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Las patentes de software pueden reducir el caso antimonopolio al absurdo

El CEO de Microsoft, Steven Ballmer, es un hombre sabio. A finales de marzo hizo unas declaraciones a Forbes acerca del Software Libre: «No estoy diciendo que no sea una competencia real. Quizá el mundo tiene exactamente lo que quiere. Nos ha hecho actuar rápida y firmemente, manteniendo nuestros precios bajos». Parafraseando al Sr. Ballmer: el Software Libre es bueno manteniendo la innovación de Microsoft e impidiendo que suba los precios arbitrariamente.

Además Ballmer también es honesto, al menos lo suficientemente honesto para admitir que quiere litigar contra el Software Libre si su compañía no es capaz de resistir la libre competencia; en la misma entrevista comentó: «[...] hay expertos que afirman que Linux viola nuestra propiedad intelectual. No voy a hacer comentarios sobre esto. Pero si fuese el caso, por supuesto debemos compartirlo con nuestros accionistas para diseñar una estrategia». Este mensaje parece significar: «La competencia con el Software Libre se ha convertido en un inconveniente para nosotros; por eso debemos recuperar el control de nuevo, ¡por cualquier medio!».

Microsoft conoce perfectamente los problemas causados por las patentes de software. El fundador de Microsoft, Bill Gates, afirmó en 1991: «Si la gente hubiese entendido cómo se otorgan las patentes cuando la mayoría de ideas de hoy fueron inventadas y patentadas, entonces la industria estaría hoy en día completamente paralizada». No obstante, lo más interesante es la conclusión a la que llegó el Sr. Gates: «La solución es patentar tanto como podamos. Quien empiece de cero sin patentes se verá forzado a pagar el precio que los gigantes quieran imponer. Y el preció será alto; a las compañías consolidadas les interesa excluir a la futura competencia».

Siguiendo esta estrategia, Microsoft solicitó -y se le concedieron- miles de patentes en todo el mundo, incluyendo Europa. Pero dado que en Europa todavía no hay una base legal para las patentes de software, Microsoft ha estado presionando intensamente durante los últimos años a favor de crear una base legal -«apoyando», por ejemplo, las presidencias irlandesas e holandesas de la Unión Europea. Como es lógico, Microsoft quiere que toda la presión ejercida en su campaña a favor de las patentes de software le permita ganar dinero, mientras especula sobre si GNU/Linux infringe su «propiedad intelectual». Microsoft es bien conocida por difundir miedo, incertidumbre y dudas sobre el Software Libre. Su objetivo: detener a los usuarios que invierten en su libertad.

Defender las libertades de los usuarios es el objetivo de la Comisión Europea al demandar a Microsoft en en Tribunal Europeo de Primera Instancia. Muchos negocios, pequeños o grandes, usan normalmente en sus redes de ordenadores una mezcla de GNU/Linux, Unix y maquinas de Apple por un lado, y Windows por el otro. La comunicación funciona bien dentro de cada uno de esos dos mundos, pero no entre ellos. Entre estos dos mundos, la cooperación prácticamente desaparece; no es debido a las leyes de la naturaleza, sino a que Microsoft no quiere que otros sistemas puedan comprender los métodos de comunicación que utiliza Windows.

De ese modo, el monopolio de Microsoft se basa tanto en el control de máquinas individuales como de redes corporativas. En 2004 la Comisión Europea argumentó que Microsoft dañó la libre competencia en Europa, y solicitó a la compañía que publicase la información de Windows que permitiese la interoperabilidad entre sistemas, para, de ese modo, restaurar la libre competencia en el mercado. Esta información para la interoperabilidad es similar a las reglas gramaticales y ortográficas de un lenguaje humano, permite la comunicación. La Free Software Foundation Europe fue admitida como tercero en el proceso, y desde el inicio de dicho proceso, en el año 2001, está apoyando a la Comisión.

Es evidente que el caso trata mucho más que el simple control de ciertos mercados de software; es acerca del modelo de negocio de la compañía. El rotativo alemán «Handelsblatt» publicó que este caso «daña la arteria carótida» de Microsoft: El 80 por ciento del volumen de negocios de la compañía y de sus beneficios dependen de Windows y de la suite Office. ¿Es debido a que los usuarios están contentos con el software de Microsoft? o ¿quizá están demasiado ligados a sus productos, incapaces de liberarse del lazo que les atrapó en un momento de descuido?

Microsoft parece afectada por esta última afirmación, de otro modo no necesitarían intimidar de ese modo a sus clientes y podrían cumplir fácilmente con la legalidad Europea. La bolsa parece temer lo mismo: Bloomberg informó que después de la solicitud de la FSFE a Microsoft para que acatara la decisión de las autoridades europeas, el precio de sus acciones cayó un 0.2 por ciento. ¿Qué podría ocurrir a sus acciones si finalmente la Comisión Europea les forzase a publicar la información que permita la interoperabilidad?

En resumen, si consideramos como fuentes fidedignas a Microsoft y sus analistas, podemos llegar a la siguiente conclusión: El pilar central del futuro de la compañía depende de mantener a sus clientes ligados y acostumbrados al uso de Windows. Pero en el futuro esto puede ser un peligro, por ejemplo MS Office no tendrá el 80 por ciento de beneficios respecto a su inversión, tal como hizo en el pasado. Por ese motivo, Microsoft ha de buscar mercados emergentes como la seguridad, el RFID -el sucesor del código de barras- o la voz sobre IP (VoIP); para mantener a sus usuarios adictos a sus productos. ¿Y ahora la Comisión Europea quiere que Microsoft renuncie su «probado» modelo de negocios?, ¡es impensable!. La compañía pagará gustosamente la máxima multa posible, 2 millones de euros diarios, de su insignificante capital -cada día de monopolio las ganancias superan con creces esa cantidad. En su lugar, está mas preocupada por la mala imagen causada por los medios de comunicación al informar de este tema.

Parece ser que el único método para que la compañía cumpla con las reglas del juego es incrementar significativamente la cantidad de las sanciones. Pero, incluso si compañía es forzada a publicar la información en cuestión, Microsoft seguirá intentando preservar su dominio del mercado con la ayuda de Charlie McCreevy, comisario de Mercado Interior y Servicios de la Unión Europea. McGreevy fue ministro de Finanzas en Irlanda para, posteriormente, unirse a la Comisión de Barroso en sus inicios en el año 2004.

En su nuevo cargo, McGreevy lucha duramente a favor de las patentes de software -argumentando que «el software como tal» debería ser imposible de patentar incluso en el futuro. Quizá deberíamos explicar al Sr. McGreevy que la compañía que más impuestos paga de Irlanda, Microsoft, no está interesada en las patentes de software precisamente por los ratones que fabrica, sino porque la información para la interoperabilidad con Windows está patentada. Con el apoyo de McGreevy, las patentes de software pueden resucitar enmascaradas como «patente comunitaria» de su prematura muerte a principios del 2006. La consulta pública de la Comisión Europea acerca de la política de la patente europea finaliza el 12 de abril de 2006.

En una reciente mesa redonda en Bruselas, la FSFE preguntó a Francisco Mingorance, el director de política europea de la Business Software Alliance, por el «caracter innovador» y la «contribución técnica» (las premisas para la concesión de una patente) de la información para la interoperabilidad con Windows. Todavía estamos esperando una respuesta.

El efecto combinado de la Comisión presionando por un lado con medidas antimonopolio, y por otro lado y al mismo tiempo, legalizando la actual práctica de registrar patentes de software, puede ser autodestructivo. Desearíamos que, al final, la Comisión aplicase con éxito las medidas antimonopolio; no obstante, puede que la libre competencia no se beneficie de ello, ya que la misma Comisión ha impedido «con éxito» al mercado la oportunidad de usar tecnología relevante, protegida ahora por patentes.

Jonas Öberg
Vicepresidente
FSFE,

Carlo Piana
Abogado
Studio Legale Tamos Piana & Partners,
Milán, Italia